mayo 02, 2008

LA NOCHE DEL SABADO (primera crónica)



A mediados de los 70 del corto siglo XX, apareció una película juvenil protagonizada por Jhon travolta, que se conoció en Latinoamérica como fiebre de sábado en la noche. En los ochenta un grupo de rock en español llamado prisioneros cantaba sábado en la noche la gente busca una botella, y así podríamos seguir describiendo diferentes formas en las que se han hecho alusión a las noches del sábado. Estas memorias las traigo a colación, precisamente por que el sábado anterior me fui a tomar unas cervezas, en un sitio que por demás es muy aburridor, pero que me permitía mirar hacia Multicentro y Arkacentro, lugares donde se encontraban reunidos un gran número de jóvenes. Así observe a los emos, punk, rockeros, skater, gomelitos… ¡ahh! Y a la tribu más incomoda del planeta, la policía, la cual estuvo toda la noche estacionada en el sector, para que los jóvenes sintieran que se encuentran vigilados por el peso infame de la ley. Bueno, los gomelos se sentían protegidos.

fuera de pequeños roses, fumarolas, reducidos brotes de intolerancia y charlas amenas, no observe absolutamente nada del otro mundo, lo que si me impresiono es que la ultima tribu en retirarse del lugar, fueron los uniformados. Confirmando así, que la sociedad y las instituciones normativas continúan mirando a los jóvenes y sus prácticas como acciones peligrosas, extrañas y hasta endemoniadas. Por ello, en los lugares donde realizan presencia masiva, llega el agua bendita, los comentarios corrosivos y la estructura de los aparatos represivos.

El temor al diferente, al otro y a lo otro, se mantiene intacto en las sociedades “civilizadas”, así como la tendencia a reprimir la diferencia en aras de la seguridad, es decir la sensación de tranquilidad que da la homogeneidad. Aun no aprendemos, ni somos sensibles a vivir en diferencia, seguimos mirando las prácticas de los otros con ojos inquisidores.

Los jóvenes, así en plural, han construido múltiples formas de sentir, percibir y vivir el mundo, mundos que se reflejan en la diversidad de las culturas juveniles y en la multivariada reorganización de las tribus urbanas. Las cuales bajo diferentes estilos de vida configuran una nueva estructura societal, donde la música, la estética y el lenguaje se convierten en el transito que llena de sentido los espacios vitales de vida, es decir en los intersticios de la vida social se han reconfigurado las esencias del que hacer humano.

Bajo lo anteriormente expuesto se puede concluir que, las características principales de la juventud se hallan en su heterogeneidad y manifestaciones culturales, por ello el papel del mundo adulto no debe ser satanizar sus prácticas, ni aumentar la vigilancia y el castigo. Por lo contrario debemos aplaudir esa diversidad de expresiones y aprender con ellos a vivir en diferencia.